La filosofía y el arte han ido de la mano desde
tiempos muy remotos. Encontramos desde los griegos un pensamiento filosófico en
intimidad con el arte, como lo hicieron Platón (condenando negativamente el
arte), Aristóteles y filósofos posteriores.
La estética, como disciplina de la filosofía, se encargará de custodiar el mundo del arte y pensarlo desde su trinchera; es el puente para conectar ambos conceptos. Como tal, la estética es el estudio de la sensibilidad (en general), pero es más común que se entienda como el “estudio de lo bello” (definición heredada por Baumgarten a la tradición).
La estética, como disciplina de la filosofía, se encargará de custodiar el mundo del arte y pensarlo desde su trinchera; es el puente para conectar ambos conceptos. Como tal, la estética es el estudio de la sensibilidad (en general), pero es más común que se entienda como el “estudio de lo bello” (definición heredada por Baumgarten a la tradición).
El término de
Baumgarten ha tenido un peso capital en la historia, puesto que cuando
escuchamos estética es casi seguro que lo analoguemos con lo bello, pero ¿es
que Baumgarten definió de la manera más correcta el término? Si lo pensamos
bien, esa definición bien pudo haber funcionado para el arte tradicional.
Pero ahora nos
encontramos en una situación totalmente distinta: lo bello ya no forma parte
esencial del arte, ahora no necesariamente juzgamos el arte por su belleza, lo
vemos bajo otra óptica; ahora la estética piensa el arte desde sí, desde todas
sus posibilidades, y nos hemos dado cuenta que lo bello era sólo una
peculiaridad del arte mismo.
Este descubrimiento se
debe a muchos pensadores y artistas; todos desde su trinchera terminaron con
aquel relato de Occidente en el que el arte se hallaba. Aparece Danto, por
ejemplo, quien a partir de las brillo box de Andy Warhol anunció la muerte del
arte como la pérdida de estos relatos, enunciando que habrá más arte pero no
unificado como antes. Ahora la estética está en constante cambio, radicalmente
a lo que antes hacía: las corrientes artísticas son efímeras, la novedad
adquiere poder sobre el arte y hay un cosquilleo de estar en constante novedad,
siempre ideando formas diferentes de hacer y pensar.
La idea de abordar la
estética constituye un tema relevante en la historia del arte para leer las apariciones artísticas bajo un
“algo”, una corriente o un estilo. Resulta interesante analizar las obras bajo
sus estéticas correspondientes, por ejemplo las buenas pinturas para Hegel,
¿qué artistas hubieran sido aceptados por él?, o en la estética de Adorno
¿sabemos todos que el arte contestatario era para él un buen arte? Pensar el
arte desde las estéticas que ha hecho la filosofía a partir de éste hace que el
análisis se vuelva mucho más rico. Se pueden juntar ahora el relato y el
fenómeno, enlazar lo que se dice del arte y lo que se hace.
El arte se ha
desbordado a sí mismo y ahora vive por y para sí; no hay límites para lo
artístico, el pensamiento ha permitido que así sea. No es gratuito que
ahora haya una preocupación más participativa en el arte, ya no sólo es pintar
a un burgués e inmortalizarlo por siempre; ahora los artistas miran a su
alrededor y no lo pueden evitar. Cuando un artista tiene las herramientas
estéticas es posible que llegue mucho más lejos de lo que cree.
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